Dôme de Neige, Écrins


El macizo de los Écrins es una acumulación montañosa enclavada en los Alpes franceses, en la parte más sud-occidental de esa gran cadena montañosa. Conformados por afiladas agujas de granito, se caracterizan y conoce por ser un gran paraíso de la escalada más libre. Alejado de los telesillas y la muchedumbre que se acumula en el centro de los Alpes, el macizo se conserva intacto, atemporal y esperando inmutable la visita de verdaderos aficionados a la montaña.

El centro neurálgico de la zona es el magnífico camping de Ailefroide, lugar de encuentro de montañeros, escaladores y aficionados locales, lo cual facilita un enorme intercambio de conocimiento y experiencias, convirtiendo el paso por el lugar en algo mucho más enriquecedor que la visita y estancia en si mismas.

Barre des Écrins no es la cima más vertiginosa, aunque sí la más alta de la zona. Sin embargo, su ascenso requiere de gran conocimiento técnico, que actualmente no disponemos, por lo que en el día de hoy, nos conformaremos con su antecima u hombro, concido como Dôme de Neige o Pic de Lory.

Día 1: Parking – Refugio de Glaciar Blanc

Pasado el mediodía, aparcamos el coche en el parking de Refuge du Pré de Madame Carle, equipamos las mochilas con el material necesario y nos lanzamos cuesta arriba hacia el Glaciar Blanc.

Parking.

En los profundos valles de los Écrins, a estas alturas del año, el sol nos abandona rápido, escondiéndose detrás de alguna de las afiladas cimas circundantes, por lo que marcamos nuestro objetivo en el Refuge du Glacier Blanc. Esta progresión nos permitirá aclimatarnos lentamente y, de paso, disfrutar por más tiempo del espectacular paisaje que nos rodea.

Ascenso por la morrena.
Cruzando el río glaciar.

Mochilones a nuestras espaldas.

Para la noche abriremos nuestra tienda cerca del refugio, en uno de los escasos herbales que se esparcen en el liso entramado de granito, ya bien erosionado por una antigua lengua glaciar.

Refugio Glaciar Blanc.

Precioso telón de fondo.

Nuestro hotel ecológico de 1000 estrellas.

El acceso al refugio no tiene dificultad técnica alguna, y varias familias y excursionistas se animan a subir hasta aquí para disfrutar de una buena jarra de cerveza con las cimas como telón de fondo, conforman una preciosa postal para enviar.

Día 2: Refugio de Glaciar Blanc – Refugio de los Écrins

No madrugamos, ya que no tenemos mucho desnivel que afrontar hoy. Agrupamos los bártulos y los introducimos en nuestros grandes sacos para comenzar la marcha.

Panorámica.

Acceso al glaciar.

Para acceder al glaciar existen dos posibilidades. Por un lado, la que promete ser más cómoda, accede al glaciar por la parte inferior y progresa por el mismo. Como es lógico, este sendero puede llegar a tener serios problemas en años calurosos en pleno verano, ya que en la parte inferior de la lengua glaciar están localizadas las grietas más abundantes y peligrosas. Precisamente por esto, optamos por la segunda de las posibilidades, acceder al mismo por el camino superior, que nos obliga a superar por un sendero nada cómodo una gran pedrera rocosa. Una vez alcanzamos el glaciar, sacamos los piolet, los crampones, los arneses y la cuerdas y progresamos alegremente hasta la base del Refuge des Écrins.

El refugio sobre el promontorio con la cima detrás.

Recuperando electrolitos.

Nuestro campo II.

El puñetero edificio está ubicado unos 80-100 metros sobre el glaciar en un promontorio rocoso, un desnivel nada desdeñable que resulta ser un suplicio cuando tenemos ganas de llegar.

Justo antes de llegar al refugio, encontramos algunos vivac muy adecuados para colocar las tiendas y nos asentaremos en ellos.

Aún es mediodía y quedan muchas horas de luz por delante, por lo que decidimos realizar alguna ascensión de aclimatación. Consultamos y pedimos consejo a los guardas del refugio que, al igual que nos pasó en la oficina alpina de Chamonix, deciden juzgar por nuestra apariencia que no somos merecedores de su tiempo, y desprecian nuestra consulta repitiendo una y otra vez la palabra “Ice” con la intención de resumir las condiciones.

Paseando por el glaciar.

Paredón de hielo, que en vivo es infinitamente más espectacular que en la foto.

De vuelta al refu.

Pequeña grieta.

Al no recibir consejo alguno distinto del "Ice", y dado que no habíamos preparado la ascensión a ninguna otra cima del entorno, como la del Roche Faurio, decidimos darnos un paseo por el glaciar para tantear el recorrido del día siguiente. Bien encordados, caminamos ágiles hasta la base de la gran “cascada” de hielo que desciende con gran inclinación desde las laderas del Barre des Écrins. El espectáculo formado por semejante pared de hielo nos impresiona y abruma profundamente, haciéndonos incluso cuestionar nuestra capacidad para superar tal dificultad. Por si eso fuera poco, el sendero habitual está cerrado este verano por culpa de una gran grieta que impide la progresión, por lo que hay que encaramarse de frente por la parte más inclinada de la mole blanca para poder progresar. Postramos cátedra sobre las mochilas y nos quedamos embelesados admirando tan magnífico espectáculo visual.

A la vuelta, comentamos la jugada para la mañana siguiente y nos metemos a la cama para descansar y reponer fuerzas.

Día 3: Refugio de los Écrins – Dôme de Neige – Refugio de los Écrins

Madrugamos mucho, más que el resto de los alpinistas que nos rodean y, rápido, ponemos nuestros pasos en dirección al glaciar. La luna ilumina el hielo que brilla de una forma casi irreal e hipnótica, dibujando nuestro camino en lo más profundo de la noche. Alcanzamos la planicie previa a la pared de hielo y nos equipamos debidamente para abordar esa dificultad. En este momento, una cordada nos adelanta y nosotros, gustosa y astutamente, esperamos para seguir sus pasos.

Equipándonos.

Superando el primer resalte.

No somos los últimos.

Sin embargo, la vía tomada por la primera cordada se me antoja innecesariamente difícil e inclinada y decido guiar la nuestra dibujando una diagonal, priorizando siempre la sencillez. Superamos la dificultad y lo cierto es que visto desde arriba, no parece tan difícil. Tras ese abrupto inicio, el sendero bien marcado en la nieve se aventura cuesta arriba por la pared glaciar, carente de dificultad, sorteando las enormes grietas con una habilidad divina. Según ascendemos, nos atrapa el amanecer y comenzamos a vislumbrar la magnitud del lugar en el que nos encontramos. Seguimos cuesta arriba durante algunas horas, cruzando puentes de roca y esquivando terribles seracs de hielo puro cuyo enorme tamaño encoje hasta nuestra mera existencia.

Sale el sol.

Entre grietas con el amanecer.

El abismo.

Por fin, tras horas de subida sin tregua, accedemos a la Brecha de Lory. Se trata de un abrupto corte que separa el Barre des Écrins de su antecima, el Dôme de Neige. A estas alturas del verano, la rimaya que se ha formado tiene aproximadamente 3-4 metros, lo que hace que superar la brecha hacia el Barre des Ecrins sea muy difícil. Sin embargo, no es tan difícil el acceso al Dôme de Neige. Nos desplazamos hacia la derecha en busca del acceso más sencillo para superar la rimaya.

Llegando al collado.

Les dejamos ascender al Dôme de Neige.

Superando la pequeña rimaya.

Dos del grupo nos quedamos en la brecha de Lory por puro desgaste en el ascenso, a la espera de que los otros dos ascendieran los pocos metros que nos separaban de la cima. Una vez más, nos sentamos sobre nuestras mochilas para deleitar la vista con el panorama que nos rodea, como quién se sienta en la Batería de las Damas de Urgull para admirar la Bahía de la Concha.

Esperando a nuestros compañeros...

 
...con unas magníficas vistas.

Con el descenso de nuestros compañeros, iniciamos la bajada. Rápido alcanzamos la pared inicial donde montamos un rapel para bajar. Sin excesiva demora, alcanzamos nuestro campamento II a los pies del refugio de los Écrins. Maravillados por lo que hemos conseguido, nos acostamos sin perder de vista la majestuosa cima en la que hemos estado, como intentando fijarla en nuestras pupilas.

Más grietas.

Descenso del resalte hasta la reunión.

Rapel.

Día 4: Refugio de los Écrins – Parking

Jornada de descenso hasta el parking. Esta vez, utilizamos el sendero inferior, que nos lleva, esquivando algunas grietas, a la base de la gran pedrera que tuvimos que superar en la ascensión. Sin lugar a dudas, habiendo practicado las dos opciones, podemos asegurar que este camino es mucho más agradecido. Pasamos el refugio del Glaciar Blanc y llegamos, tras algunas horas, al parking. Con la intención de aprovechar el esplendoroso sol, nos asomamos al río para pegarnos un buen chapuzón que nos libere de un plumazo del cansancio y la suciedad acumulados durante los días pasados.

Amanece, que no es poco.

Retirada por el glaciar.

Últimas cimas a la vista.

Para dormir, bajamos al camping de Ailefroide, dónde conoceremos a algunos escaladores que nos aconsejaran algunas vías de escalada para el día próximo. ¡La escalada en granito es lo más de especial!

Con entornos y experiencias así, cobra sentido la frase de Einstein:

Mira profundamente a la naturaleza y entonces comprenderás todo mejor.

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