Un día cualquiera, junto a mi buen amigo Ander, emprendí una emocionante travesía por los imponentes paisajes de los Pirineos. Nuestro punto de partida fue la pintoresca Selva de Oza, un lugar que siempre promete, y cumple, aventuras inolvidables. Con mochilas cargadas de ilusión, ganas y energía, nos dispusimos a conquistar algunos de los picos más emblemáticos de la región.
Sendero al Castillo de Acher |
Nuestra primera parada nos llevó hasta el imponente Castillo de Acher, cuya majestuosidad nos dejó sin aliento. Para descender de este imponente castillo, nos aventuramos por la Chimenea de Ledormeur, un destrepe pulido de III grado con una sirga que nos brindaba el apoyo necesario en este desafiante descenso.
Sobre el sinclinal |
Destrepando la chimenea de Ledormeur |
Desde allí, nos aventuramos a esquivar el no menos desafiante Pico Ñetera, atravesando el collado por su vértice, un paso delicado y expuesto pero de una belleza incomparable, especialmente por la piedra arcillosa roja que caracterizay da nombre a este lugar.
Cruzando el collado rojo |
Vistazo atrás al Castillo |
El siguiente destino en nuestra lista era el Secús, un lugar mágico con tres covachos que nos ofrecían refugio y la posibilidad, en caso de necesidad, de un vivac improvisado. La naturaleza nos brindaba su hospitalidad en medio de la montaña, y aprovechamos para descansar y recargar energías antes de continuar nuestro camino.
Abrigo bajo la cima de Secus |
Covachos en la cima del Secus |
El siguiente desafío, siguiendo el plan previsto, en nuestro camino fue conquistar el imponente Costaliza. Desde su cima, tuvimos la oportunidad de contemplar todo el recorrido que haríamos en el día, una vista que nos recordó lo lejos que habíamos llegado, pero también lo mucho que aún nos quedaba por explorar.
Tras varios minutos, descendimos para encaramarnos al gemelo Pico Agüerri, el más alto del dia.
Vistas desde el Agüerri |
Otra vista desde el Agüerri |
Pero nuestra aventura no había terminado aún. Para regresar, nos lanzamos valientemente por el valle que se extiende entre el Agüerri y la Costaliza. Manteniéndonos pegados al Agüerri, descendimos hasta dar con una cabaña, con aspiraciones de refugio, sita cerca de un nacedero. A partir del refugio, el camino se volvió difuso, adentrándonos en el bosque y avanzando por dónde mejor nos guiaba nuestro sentido de la orientación hasta alcanzar el sendero del fondo del valle de Oza, dónde finalmente retomamos la GR11.1 en dirección norte, ahora sí de vuelta hacia la Selva de Oza.
Bajando al valle |
El pequeño "refugio" |
Indicaciones de vuelta a Oza |
Nueve horas y media de caminata, 2500
metros de desnivel positivo, pero cada paso mereció la pena en esta jornada llena
de emociones y paisajes inolvidables. El tiempo también ayudó, y nos regaló un día magnífico,
con un sol radiante y un calor reconfortante que nos acompañó en todo momento.
Esta travesía por los Pirineos no solo
fue un desafío físico, sino también una experiencia que nos conectó
profundamente con la naturaleza y con nosotros mismos. Cada paso nos acercaba
un poco más a la grandeza de este mundo natural que tanto amamos, recordándonos
la importancia de explorar, de desafiarnos y de disfrutar cada momento en
compañía de buenos amigos. ¡Hasta la próxima aventura en la montaña!
Ruta de Wikiloc.
P.D.: Con el objetivo de realizar un experimento científico, ya de paso, ahorrarme algo de trabajo y tiempo, esta entrada la he escrito con la ayuda de ChatGPT. Yo he puesto los hitos del día y los eventos más importantes y la IA de OpenAI se ha encargado de escribir toda la paja. ¿Te has dado cuenta?
Comentarios
Publicar un comentario