Sierra de Guara: barrancos Fornocal y Formiga y escalada en Rodellar

Cartel informativo de la Hoya de Huesca.

La sierra de Guara, cerca de Huesca capital, es una sierra muy famosa por la escalada y el descenso de barrancos, y, por ello, acudimos muchos aficionados.

De pequeño, no recuerdo exactamente con qué edad, visité un par de veces el lugar y si la memoria no me falla, realizamos los barrancos de Barrasil, la Peonera y los Oscuros de Balcés.
He vuelto al lugar alguna otra vez, con un plan más de secano: escalada en Rodellar, vía ferrata Espolón de la Virgen, ascensión al Tozal de Guara, algo de waterline bajo el camping de rodellar,…
Esta vez, consigo liberar un fin de semana previamente ocupado para poder ir con mi aita de nuevo a Guara, como en los viejos tiempos, a pegarnos un buen chapuzón.

Salimos el sábado mismo de Donosti para llegar sobre las 9 de la mañana al pueblo de Adahuesca. Junto al grupo que ya estaba en Guara, seguiremos la carretera dirección Asque/Lecina. El primer coche lo dejaremos en el puente que cruza el río Fornocal (aquí) y, antes del kilómetro 16 de la carretera (aquí), aparcaremos el segundo coche en una curva para tomar una pista (con una valla en su entrada) que nos llevará a la cabecera del barranco del Fornocal.
 
Puente que marca el final del barranco.

Caminaremos por la pista durante más de media hora y tomaremos una pequeña vaguada marcada con un hito para acceder al cauce del río Fornocal, dónde comienza el ansiado barranco.
La parte superior está bastante seca y no corre el agua, las pozas no están transparentes, pero tampoco llegan a estar podridas, por lo que nos sumergimos únicamente cuando es imprescindible.
Tardamos cerca de tres horas y media en completar el recorrido del barranco, que tiene muchos tramos de andar y pocos saltos, toboganes y rápeles, por lo que no ha dado mucho juego para clasificarlo como muy divertido y juguetón, pero sí muy bonito. El río ha horadado las paredes del barranco, de forma muy espectacular, y lo sigue haciendo, dibujando formas preciosas y fluidas en la roca.
Hablando de rocas, notaremos también tres partes muy diferenciadas. Comenzaremos con caliza gris, para luego pasar a caliza roja y terminar en roca aglomerada; hermosas curiosidades de la Naturaleza.
Al pasar el puente de la carretera por debajo, a unos 200 metros, tomaremos una debilidad a mano derecha para ascender hasta la carretera donde hemos dejado el primer coche.
Si se está con ganas y energía, al lado del aparcamiento está el barranco de Sarratanas, y, un poco más abajo, el barranco de las Palomeras del Fornocal, ambos, afluentes del Fornocal.
Parte del track, el reloj se paró durante el descenso. 



Tras recoger el coche del segundo parking, fuimos a comer al Bar Mesón de Alcanadre, que fue el primer lugar que encontramos dónde comer a las 5 de la tarde. Después, pasamos por el Albergue Las Almunias para cambiarnos y cogimos nuevamente los coches para dirigirnos a Rodellar. Ya con el sol algo más bajo, decidimos darle un poco a la escalada.

Dimos unas cuantas vueltas con la cuerda a las espaldas sin encontrar lo que buscábamos, hasta que, al final, encontramos el sector de quintos bajo el Refugio de Kalandraka, al lado de las pinturas rupestres de Rodellar, en La Palomera.
Les dimos un poco de cañita a 4 vías de grado ascendente, todas ellas “cuartos crecientes”, por comenzar de forma fácil y complicarse con la progresión. Curiosamente, el grado coincidía con la fase lunar que comenzaba a asomar por el horizonte. Track del acceso.

Padre e hijo.

El sector facilito, dificultad creciente de izquierda a derecha.

Otro sector cercano y sencillo.

Escalamos a la sombra hasta que la luz menguó, y, entonces, desmontamos y nos subimos al Refugio de Kalandraka a cenar; en mi caso, una sabrosa lasaña ecológica.
En Kalandraka eligiendo la cena.

El domingo, nos decidimos a realizar el Barranco del Formiga, típico de los domingos, por estar de camino a casa.
Se deja el coche en el parking (aquí) y comenzaremos caminando a mano derecha y cuesta arriba. Andaremos por la derecha del río hasta que una abrupta rampa nos separa del mismo para dirigirnos a la Cueva de las Polvorosas, curioso abrigo donde algún pastor tenía montado su chiringuito.
Aquí nos pondremos el arnés para proseguir por la faja hasta un pasamanos. Cruzaremos el pasamanos y llegaremos a dos rápeles, uno largo (20m) y otro corto (13m), aunque si llevamos una cuerda de 10 se puede destrepar el final del rapel corto.
Bajamos al cauce para pegarnos el primer chapuzón, ponernos los neoprenos y ¡comenzar la diversión! En oposición al Fornocal, este es un barranco cortito y divertido con varios saltos y rápeles con aguas cristalinas y frescas. Track.



 
Próximamente, subiré las pocas fotos de las que dispongo, sacadas por Iñaki Blanco.

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