Cresta de Mugarra

 

He librado, al fin, una mañana, para poder salir al monte a disfrutar de un magnífico día soleado, acompañado de mi aita.
Llevábamos tiempo teniendo un par de crestas sencillas pendientes: la del Balerdi y la del Mugarra.
Así, decidimos acercarnos a Durango, lugar que pocas veces visitamos, para recorrer la cresta del Mugarra.
Quiosco deconstruido.

Aparcamos el coche en el pueblo de Mañaria y acudimos a la plaza del pueblo, donde conviene resaltar y apreciar el peculiar y original acondicionamiento que han realizado del quiosco de toda la vida.
En la propia plaza había un cartel informativo que mostraba ciertos recorridos a lo largo del municipio.
Cartel informativo.

Bonito y limpio riachuelo y monte Escobaratz.

Tomamos el sendero rojo, que comienza ascendiendo por el otro lado del río, por una carretera asfaltada. Tras un cuarto de hora, viramos por una pista a mano derecha y en la siguiente curva, desoiremos los consejos de las indicaciones del sendero rojo y saldremos por la tangente, a mano derecha, por un sendero que nos lleva hasta el límite de la cantera.
Cartel al que haremos caso omiso.

La cresta desde cerca de la cantera.

Al llegar a la cantera, viraremos a la izquierda para ascender por el costado izquierdo directos al vértice del cresterío. Instantes previos a alcanzar el vértice, podremos realizar, opcionalmente, una primera trepada de II grado por una de las gradas más altas de la cantera.
Primera trepada.

Tras cuarenta minutos de pateo, comenzamos a recorrer el "filo" de la cresta, envueltos aún en un denso bosque.
En escasos diez minutos, encontramos una ligera dificultad en la que decidimos equiparnos, aunque no hubiese sido del todo necesario, con los elementos de seguridad pertinentes: arnés, casco y cuerda.
En el paso.

Superado el paso.

Superada la dificultad de II/II+ proseguiremos a caballo entre la soleada vertiente sur y el fino viento de la vertiente norte.
Tras hora y media desde el coche, abandonamos la masa boscosa y alcanzamos las primeras dificultades reales en el abordaje a la primera cima de la cresta, el Atxurkulu.
Salimos del bosque.

Primer resalte.

De frente, unos grandes bloques calizos bloquean nuestro avance. Podemos esquivarlos por la derecha, por una evidente debilidad algo expuesta; por el centro, o, como lo hicimos nosotros, por la izquierda, buscando la sensación de dificultad a través de un par de placas con pocos agarres, pero de progresión sencilla: IV.
Segundo resalte.

Tras unos pocos metros, encontraremos otro resalte de grado similar. Aunque arropado, en este caso la dificultad reside en trepar por un diedro o triedro prácticamente ciego (de la mitad para arriba) y terminar por un paso de placa fisurada.
Tras estas dos bonitas trepadas, alcanzamos la cima de Atxurkulu.
Cima de Artxukulu.

Descendemos por un sendero resbaladizo hasta el collado y recorremos la línea ficticia que hemos trazado en nuestras cabezas para progresar por la siguiente parte de la ascensión.
Panorama posterior al Artxukulu.

Rápidamente, llegamos a un primer resalte, donde también parece haber diferentes opciones para abordarlo. Por la derecha, la más sencilla. Por el centro, teniendo que superar un par de escalones, o por la izquierda. Nosotros tomamos la de la izquierda por parecer más bonita la escalada.
Primer resalte.

Enfrentando por la placa de la izquierda.

Proseguiremos por el vértice, cuesta arriba hasta llegar a la base de lo que parece una cima. Creyendo que la cresta estaba cerca de terminar, buscamos en la última muralla la escalada más bonita y difícil y, para ello, descendemos ligeramente a la derecha para trepar por una placa caliza tumbada de gran calidad, IV.
El segundo resalte, demasiado fácil para terminar.

Buscamos una placa algo más difícil a mano derecha.

Al llegar a la cúspide, pudimos observar el recorrido que aún nos quedaba por realizar.
Vistazo atrás.

Proseguimos pues por la cresta, con la intención de ascender por arriba a todos los promontorios que estuviesen a nuestro alcance.
Así, realizamos una trepada de II+ y posteriormente un destrepe bastante resbaladizo, para esquivar el siguiente promontorio por un sendero herboso a su derecha. Parecía una punta de piedra muy descompuesta.
Siguiente resalte.

Destrepe resbaladizo.

Progresión esquivando el siguiente promontorio.

A la siguiente dificultad, aunque imponente, decidimos darle caña. Sale mi aita primero y yo tras él, en lo que podría ser la subida más difícil del día, de grado IV+/V. En el centro de la pared, se encuentra un viejo clavo oxidado para la seguridad del viandante.
Acercándonos al último resalte.

Disfrutando.

Tras este resalte, nosotros proseguimos equipados, pero podemos desmontarnos los utensilios, ya que las próximas dificultades no superan el II grado algo expuesto.
Última travesía.

Organizando en el promontorio herboso.

Acabamos en un hombro herboso, donde desmontamos, ordenamos y guardamos el material de escalada antes de llegar andando a la cima, donde almorzaremos chorizo con jamón serrano y nos hidrataremos con bien de agua para luego volver al pueblo.
Cima!

Desde la cima, pude apreciar claramente el recorrido que tengo planeado realizar dentro de algunas semanas: la 10 Haundiak (Gorbea, Anboto, Udalaitz, Aketegi, Aizkorri, Aratz, Larrunarri, Ganbo, Hirumugarrieta y Beriain). Pero eso queda para otra aventura y la consiguiente entrada.
10 Haundiak.


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