Nora joan haiz, gaztia? Hautza!

Llega, por fin, el invierno a nuestros lares.

Bajadas de temperatura generalizadas, lluvias intensas y viento atroz, son síntomas que anticipan cambios en las tonalidades de nuestros montes, que pasarán a vestir sus copas y laderas de blanco.
Fría cima nevada del Hautza, este domingo.

Éste fin de semana se espera que, al menos en las cotas más altas, blanquee. Y, acudiendo a la llamada de la naturaleza, logro librar unas horas del domingo para ver caer algunos copos en mi cabeza y poder pisar el blanco elemento.

Así, abandonando convencionalismos, dejo de lado las altas sierras que se yerguen al fondo del valle del Oria (a saber, Aizkorri-Aratz y Aralar) y dirijo la mirada al este, a los valles navarros más septentrionales y lugar de nacimiento del río Bidasoa, al ya afamado gracias a la literatura, Baztán.

Una hora en coche me sitúa en el pueblo de Erratzu, dónde aparco en el parking a su entrada, válido también para visitar la cascada de Xorroxin. Cruzo el pueblo y por carretera me dirijo al poblado de Iñarbil, dónde, atravesando un terreno particular, comenzaremos la subida al monte Hautza.
Camino a Iñarbil, al fondo el Hautza, temblando de frío y amenazado por las nubes.

Aunque de inicio algo enrevesado, una vez resuelta la parte de la propiedad privada la intuición nos llevará por el sendero correcto: todo hacia arriba. Siguiendo, al comienzo por unas pistas que, poco a poco, se convierten en sendero, nos adentraremos en un lugar salpicado de robles centenarios, entre los cuales atravesaremos para poder continuar.
Al norte, Buztanzelai también de blanco.

El Aizpitza, también al norte, se resiste al invierno, aunque sin éxito.

El sendero se empina y los árboles desaparecen para dar paso a pastos de helecho. Tras varios minutos, una gran roca posicionada de forma concreta hace las veces de merendero perfecto para excursiones menos apresuradas que la mía. Seguimos subiendo y los helechos también nos abandonan para dar paso a los pastos de altura. Durante la subida, se interponen en nuestro camino grandes bloques de viejo granito, muy similar al que aflora en Aiako Harriak, que se intuye bien trabajado por el paso del tiempo y las vicisitudes climatológicas.
Las rocas afloran desordenadas entre la hierba y la nieve.

El monte nos hace un corte de mangas que, como buenos mendizales, perdonamos.

Ya cerca del final, cruzaremos lo que parece que se conoce como la senda de los penitentes, pero no porque nadie la atraviese buscando el perdón eterno, sino porque, en ese tramo, las enormes losas de viejo granito se ubican mirando al cielo. Una vez atravesado, unos breves pasos nos llevarán al vértice ahora encapotado por otra cortina de nubes que seguro traerá más blanco.
Grand-hito.

Los penitentes.

Cima helada y ventosa, pero cara de alegría por haberla alcanzado.

Durante la subida, y como cabía esperar, el color del suelo se ha ido blanqueando. Pero no a partir de los 1000 metros como proclamaban las previsiones, ya que hasta no haber llegado cerca de la cima, no ha sido que el granizo se ha tornado nieve.
A la vuelta, granizo incluso en el pueblo.

Palacio Etxenike de Iñarbil.

Palacio cerrado.

Bonito pueblo de Erratzu.

Durante toda la excursión, fuertes cortinas de precipitación han cruzado el cielo dejando caer chuzos de granizo que, en alguna ocasión, han llegado hasta el propio pueblo de Erratzu, en el fondo del valle. Pero en ningún momento nieve… un amigo allá por Madrid, se estaría retorciendo de la risa si lo supiera… cuán importante son los pequeños detalles.


Me gustaría terminar la entrada añadiendo la ascensión a la lista de los kilómetros verticales, ya que esta ascensión permite incluso jugar con la distancia y desnivel, para obtener los valores más deseados:
  • Salida: puerta del palacio Etxenike de Iñarbil -> 4,68km, 968m, 21%
  • Salida: entrada al terreno privado -> 3,82km, 912m, 24%
  • Salida: ultima txabola del terreno privado -> 3,51km, 860m, 25%

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