Pico Sayerri desde la Ermita de San Adrián de Sasabe

¿Cómo no va a haber nieve en febrero? Con esta pregunta retórica comenzó todo.

Como cada año, entre birras, cerramos un fin de semana para esquiar con los compañeros del master. Elegimos el primer finde de febrero y reservamos una casa rural, en la seguridad de que, considerando las fechas, era imposible fallar y habría nieve.

Cara sur de la Moleta y Pala de Ip.

Al final, triste realidad, ni nieve ni esquí. A estas alturas del año, entre las escasas precipitaciones y el cacareado cambio climático, el manto blanco brilla por su ausencia. La Moleta, 2572m, y su cara sur tiene un calvo que llega hasta la mismísima cima. En las sures, la nieve es una excepción y no la norma. Un formidable anticiclón nos ha protegido durante más de dos semanas de las borrascas atlánticas y del noreste, proporcionando tiempo estable, cálido, y ausencia de nevadas. Consecuencias: principios de febrero y Astún con menos de 20km esquiables.

En el interior de la ermita.

Así las cosas, decidimos dejar de lado nuestro plan inicial de esquiar y nos calzamos las botas para ascender una modesta cota, el pico Sayerri. Al no estar habituados, nos acercamos con los coches hasta la Ermita de San Adrián de Sasabe, curiosa por estar parcialmente enterrada en la tierra, probablemente por su ubicación en la conjunción de dos pequeños barrancos.

La ermita enterrada.

En el interior, a lo largo de los muros, se distribuyen agujeros que permiten que el agua del exterior se filtre al interior y quede atrapada en una especie de pequeño foso que rodea toda la solera del edificio. Una buena muestra del ingenio arquitectónico del pasado. Origen visigótico, siglo XI.

Inicio por bosque y sendero.

Dejando atrás el bosque.

La subida es sencilla, pero, si atendemos a los mapas, se trata casi de un kilómetro vertical: 950m de subida en 5km. Ascendemos primero por bosque hasta alcanzar el Cubilar de las Vacas, pegado al abrevadero homónimo. Después, poco a poco, vamos abandonando el bosque hasta tener una vista totalmente despejada. Apuntaremos hacia el refugio libre en medio de la ladera: la caseta del Puerto de la Pinosa.

Caseta abierta libre en muy buenas condiciones.

Mirada atrás a la Peña Oroel.

Tras un breve hamaiketako, proseguimos nuestra marcha, por lo más cómodo hasta alcanzar la cima. Desde arriba tenemos una magnifica panorámica hacia el sur. Al este, la Collarada, Pala de Ip, la Moleta y, al fondo, Punta Escarra; todas ellas pateadas y tal vez descritas en alguna entrada anterior de este blog. Al norte, asoman débilmente los Picos Lecherines, pero vemos casi al completo el Aspe y al oeste, Bisaurin y los Bozo y los Bernera (donde realicé una muy interesante ruta circular invernal hace dos años).

Foto al noroeste: Aspe, los Bernera, los Bozo, ...

Foto al noreste: el circo de Ip.

En la cima, sin apenas una brizna de aire, disfrutamos de un ambiente más propio de junio/julio, comiendo y bebiendo sin preocuparnos de la hora ni del abrigo. Para la bajada, trazamos una pequeña circular con dos kilómetros extra que termina por tomar, al final del todo, un itinerario por el barranco de Calcil.

Bajando por pista.

Una magnifica salida primaveral a un modesto monte herboso en una muy agradable compañía. ¡Inmejorable!

Ruta en Wikiloc.

El domingo iríamos al Col de Ladrones, a darle un poco a la escalada deportiva, algunos, por primea vez.

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